INDIGENCIA PÚBLICA IGNOMINIA PRIVADA

No se puede apelar a ¿lo público? olvidando que "lo público" no es otra cosa que las instituciones del Estado como resumen oficial de la sociedad oficial. En este sentido el término "lo publico" en contraposición a lo privado como concepo ontologíco es una categoria ideal, una hura abstracción como categoria jurídica eterna fuera de la realidad. Lo público, es decir, los servicios públicos regulados por el Derecho público expresan las relaciones sociales dentro del modo de capitalista de producción. El Estado como órgano ¡no de conciliación sino de dóminio! pues si hubiera conciliación no haría falta Estado alguno, está al servicio del objeto social, defiende por tanto el orden social, está en definitiva al servicio de "lo privado" no en vano el principio del Derecho es el derecho a la propiedad privada. En otras palabras, no se puede partir de la premisa de que "lo público" está sometido al mercado y apelar a la "defensa de lo público" (sin entrar valor agitador o propagandístico de la cosigna) sin cuestionar el mercado; sin cuetionar lo privado.

INDIGENCIA PÚBLICA
 

Como bien analizó y apuntó Mandel* (New Left Review, Londres marzo-abril de 1969, n. 54.):

"La explicación de este problema debe comprenderse claramente, y para ello es muy importante no concebir tal problema como un ejemplo de la política erronea de los administradores públicos o de los políticos capitalistas, sino como una expresión de las tendencias básicas del sistema capitalista. Una de las principales tendencias del capitalismo europeo, durante los últimos 25 o 30 años ha sido la creciente socialización de todos los costos indirectos de producción. Eso constituye una contribución muy directa para que se realicen las ganancias privadas y la acumulación de capital. Los capitalistas ya NO se conforman para que el Estado pague los cables de la electricidad y los caminos, sino que también quieren que sufrage los gastos de investigación, desarrollo, educación y seguridad social. Pero una vez que la tendencia hacia la socialización de los costos indirectos de producción se han puesto en marcha, es obvio que las corporaciones no aceptarán mayores impuestos para financiarlas. Porque si las corporaciones pagaran los impuestos necesarios para cubrir todos estos costos no habría ninguna "socialización". En todo caso continuarían pagándolos de manera privada, pero en lugar de hacerlo directamente lo harían indirectamente a través de sus impuestos (y pagarían la administración de estos pagos también). Pero en lugar de aligerar la carga semejante solución la agravaría. De manera que existe una inevitable resistencia institucionalizada por parte de las corporaciones y de la clase capitalista frente al aumento de impuestos al nivel que sería necesario para hacer posible servicios públicos capaces de satisfacer las necesidades de la población en su conjunto..."

* -y los hechos lo corroboran-

¡Será por ventura esta razón la que probablemente hace que los servicios públicos sean tan rastreros! En qué cabeza cabe -dentro de la sociedad de mercado regida por la ley del valor fruto de la competencia- que un servicio público tenga la calidad de un servicio de pago cuando la calidad o el valor de una mercancía gravita hacia su precio natural como a su centro. En otras palabras, la calidad de una misma mercancia (relación calidad precio, pues no se pueden comparar mercancias distintas) no es más que el precio nominal inferior, generalmente, al precio de una peor garantia, servicio de venta y pos venta, etc.

Sin una planificación de la producción y de la inversión en base a las necesidades de los mismos productores y consumidores decididos y debatidos de forma democrática, (lo que implica necesariamente la propiedad colectiva de los medios de producción)  la decisión, gestión, control, administración, etc.,  de los costos indirectos de dicha producción social -que ahora está en manos privadas, es decir, los costos y el gasto público es una meta imposible, una mera utopia. ¡No en vano tales slogans incitadores se amalgaman con ambiguos slogans del tipo "cambio global real", "democracia real", etc., que simplemente expresan el malestar y la indignación social como expresión del exacerbamiento de las contradicciones del modo capitalista de producción que, por si mismas, cuestionan, en la mente de los "ciudadanos" la propia ideología dominante sobre la cacareada justicia social.

 Es, sin embargo, del todo obvio que no se puede montar dos caballos con una sola posadera; mantener las relaciones de propiedad y los mecanismos de mercado y pretender "socializar" -no ya los gastos de los servicios públicos que ya están socializados, sino la planeación,  gestión y administración de la producción e inversión de la producción social a la que aquellos están subordinados, en otras palabras, la gestión y el control sobre la redistribución de parte del excedente social con que se cubren, en última instancia, los costos de los servicios públicos), sin disponer de forma real y efectiva del excedente económico (del beneficio privado) es una batalla pérdida.

No debemos olvidar que el excedente económico no es otra cosa que la plusvalía o plusproducto del trabajo social una vez realizado. En otras palabras, el beneficio privado que, para una Nación es una cantidad fija anual. La forma que adopte la redistribución de dicha plusvalia no varia esta cantidad dada, no varia tampoco la propiedad de la misma, simplemente toma la forma, esenciamente, de capital constante. Dicho de otra manera no es fuente de plusvalia, ni de absorción de excedente como prentenden algunas de las diferentes escuelas, tan en voga, tanto de las filas burguesas como del marxismo.