lunes, 1 de abril de 2013

Jose Antonio Bru Blog: El Estado según Marx, Engels y Lenin

Jose Antonio Bru Blog: El Estado según Marx, Engels y Lenin

2 comentarios:

  1. Igualmente, tengo que disculparme por no haber entrado hasta hoy. Se me pasó aprovecho la ocasión para añadir un comentario a su artículo sobre el articulo, por ser la política (y por tanto el Estado) para el marxismo un elemento preponderante,entiendo que la toma del poder político es, condición necesaria, para cambiar la sociedad (modo de producción)

    El Estado no siempre está en manos de la clase dominante, durante las crisis, cuando se abre un proceso pre-revolucionario o revolucionario en que las fuerzas en conflicto están en equilibrio, el Estado tiende a reflejar dicho conflicto, equilibrio y vacío de poder, en otras palabras deja de estar en manos de la clase dominante propiamente dicha.

    Dicho esto, creo que su articulo peca de omisión: La violencia es necesaria pero no suficiente. Ciertamente la historia nos demuestra que la revolución es un acto o proceso de lo más violento, pues difícilmente lo caduco es lo bastante razonable para resignarse a desaparecer sin lucha, por mucho que lo que agoniza deba de perecer suele revelarse contra dicha necesidad pues representa su muerte.

    En tiempos normales, los aparatos de represión sólo desempeñan un papel marginal en la conservación del régimen capitalista, ya que éste es respetado de hecho en la vida cotidiana por la gran mayoría de las clases trabajadoras. Sucede algo muy distinto en los períodos de crisis aguda (ya sea económica, social, política, militar o financiera), en los que el régimen capitalista pierde su equilibrio, durante los cuales las masas trabajadoras manifiestan su voluntad de derrocar el régimen o durante los cuales éste no consigue ya funcionar normalmente.

    Entonces la represión surge en el primer plano de la escena política. Entonces es cuando la naturaleza profunda del Estado burgués se muestra en toda su desnudez: un grupo de hombres armados al servicio del Capital. Con ello confirma la regla más general de la historia de las sociedades de clases. Cuanto más estable es esta sociedad, mejor puede permitirse el lujo de conceder diversas libertades formales a los oprimidos. Cuanto más inestable y sacudida por profundas crisis, más debe ejercer el poder político por la vía de la violencia sin palabras.

    Todas las modificaciones del régimen social que se han producido a través de las épocas han sido siempre resultado de cambios bruscos y violentos, consecuencia de guerras, de revoluciones o de una combinación de ambas. Pero sería erróneo suponer que basta con utilizar la violencia para poder modificar la estructura social según la voluntad de los combatientes. Para que una revolución transforme realmente la sociedad y las condiciones de existencia de las clases trabajadoras, es necesario que venga precedida de una evolución que cree, en el seno de la antigua sociedad, las bases materiales (económicas, técnicas, etc.) y humanas (las clases sociales dotadas de ciertas características específicas) de la nueva sociedad. Cuando no se han podido conseguir estas bases, todas las revoluciones, incluso las más violentas, acaban por reproducir en mayor o menor medida las condiciones que habían querido abolir.

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